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Estudiante del siglo XXI: el papel de la escuela

El mundo entero está lidiando hoy con un aumento increíble de la violencia, el crimen y la depresión y un deterioro preocupante en el comportamiento moral de la sociedad, la ciudadanía responsable y las habilidades de empleabilidad; con un número creciente de desafíos socioemocionales y ambientales complejos. Al mismo tiempo, la educación, la innovación, la tecnología y la empleabilidad han emergido como los mayores impulsores de nuestro sustento exitoso en este planeta. Para garantizar que nuestros estudiantes puedan prosperar con éxito en el siglo XXI, nuestras escuelas y nuestro sistema educativo tendrán que seguir el ritmo de los cambios. Para preparar a los estudiantes para su futuro, primero debemos entender cómo es el futuro.

El éxito ya no se trata solo de lo que sabemos. Ahora tenemos Google para eso. Pero el verdadero poder radica en lo que podemos hacer con lo que sabemos; cómo podemos usarlo de manera efectiva para resolver los desafíos en el trabajo. Por lo tanto, las escuelas necesitan preparar a sus estudiantes para vivir y trabajar en un mundo en el que la mayoría de la gente necesitará colaborar con personas cuyas ideas, creencias, perspectivas y valores son diferentes a los suyos; un bioma global en el que las vidas individuales se verían afectadas por problemas que superan sus propias fronteras nacionales.

Educar con éxito a los estudiantes del siglo XXI es el llamado a la responsabilidad y su preparación comienza con la creación de una cultura escolar positiva con un entorno seguro y afectuoso con valores y empatía por las personas y el entorno, integrado a lo largo y ancho del clima escolar compartido. valores y confianza relacional, una pedagogía y un plan de estudios poderosos, alta motivación y compromiso de los estudiantes, una cultura docente profesional y asociaciones con las familias y la comunidad.

Por lo tanto, las escuelas necesitan esencialmente integrar la creatividad, el pensamiento crítico, la comunicación y las habilidades de colaboración requeridas de los trabajadores de clase mundial y los ciudadanos éticos y priorizar la profundidad y no la amplitud del aprendizaje, promover la resolución de problemas interdisciplinarios en equipo,adaptarse a los avances emergentes en tecnologías digitales y preparar a los estudiantes para una vida laboral que puede abarcar una variedad de ocupaciones, muchas de las cuales pueden no existir actualmente.

Para llegar allí, las escuelas deben minimizar el cuerpo sustancial de conocimientos fácticos y procedimentales y optimizar conscientemente la capacidad de los estudiantes para aplicar lo que están aprendiendo a los problemas cotidianos, para aplicar conceptos y principios fundamentales en contextos del mundo real. En lugar de enfatizar el aprendizaje pasivo y reproductivo, existe una creciente necesidad de promover la creatividad y la innovación. En un momento en que las soluciones a los desafíos sociales y la naturaleza del trabajo se vuelven cada vez más interdisciplinarias; necesitamos enseñar las materias de la Escuela, en integración unos con otros.

Los procesos de enseñanza y evaluación, además de enseñar y probar la información factual, deben enfocarse en nutrir las habilidades de los estudiantes para trabajar en equipo, usar tecnología, comunicarse, resolver problemas y aprender en el trabajo. Para eso, nuestro plan de estudios debe crear oportunidades para que nuestros jóvenes aspirantes puedan intercambiar ideas, tener discusiones grupales y trabajar en colaboración, lo que también ayudaría a adquirir buenas habilidades interpersonales y de comunicación. Los tres ingredientes clave para una escuela tan receptiva serían los maestros empoderados, los líderes escolares efectivos y los enfoques innovadores que van de la mano con los avances tecnológicos.

El diseño sostenible para una escuela del siglo XXI tiene que tener predominantemente el formato de pedagogía de aprendizaje continuo de por vida que se ha vuelto casi inevitable para el éxito en la actualidad. Nuestra economía a la deriva acelerada otorga una gran importancia a la automotivación, la innovación y la capacidad de adquirir nuevas habilidades y evaluar nuevas ideas. Afortunadamente, este empoderamiento es innato a todos los seres humanos; existe en cada niño. Simplemente debemos dejar de desalentarla o anularla y educar a nuestros hijos para que salgan vencedores en el examen de la vida.

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